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miércoles, 22 de noviembre de 2017

Apuntalar la memoria colectiva y promover la conciencia reflexiva, dos premisas del  periodismo
De qué hablaban los diarios hace seis años
(*) BUENOS AIRES ECONÓMICO / Redacción Rofex y Cultura 2.0: Nobel Clemar Passaglia


ENTREVISTAS PARA EL RECUERDO



Nobel Clemar Passaglia | La Capital
Alberto López Pianello, la última huella del Brigadier
En un gélido mediodía de agosto de 1998, sentado al calor de la mesa en la que almuerza con sus amigos, el bisnieto del Brigadier Estanislao López espera la visita de La Capital para una entrevista que se convertiría en una sobremesa tan amena como reveladora de la historia familiar que comparte con quien fuera el Patriarca de la Federación. Con sus 92 años plenos de vitalidad y una lucidez deslumbrante, el escritor, historiador, tradicionalista, artesano, caballista y gimnasta que nació con el siglo XX y llegó a adentrarse más de una década en el siglo XXI, habló hasta bien entrada la tarde de su ilustre bisabuelo y de buena parte de la historia de Santa Fe, tierra que amó entrañablemente y en la que vivió hasta el 15 de noviembre de 2012, cuando dejó este mundo, pocos meses antes de cumplir 106 años. 

De aquella sobremesa (bien regada con buen y largo vino, hay que decirlo) en la que don Alberto prometió hacerme llegar su nuevo libro "Amansando" en cuanto estuviera publicado (promesa que cumplió con sobra pocos meses después, puesto que me lo envió con una cariñosa dedicatoria que guardo entre las cosas mas preciadas que me dio este oficio), y para el recuerdo de un hombre que fue y sigue siendo a través de sus libros y sus enseñanzas un imperdible mojón de provincianía para todos los santafesinos, aquí la entrevista publicada en la edición dominical de La Capital, el 9 de agosto de 1998: 

Nobel Clemar Passaglia | La Capital | 9 Agosto 1998 (*) (**)

Santa Fe — "Soy nieto del último hijo del Brigadier", dice con un tono de auténtico orgullo Alberto López Pianello, el único bisnieto del brigadier general Estanislao López, en su casa de la capital santafesina, donde sus 92 años son una fuente permanente de amistad y conocimientos de la historia de Santa Fe en la que abreva todo el que llega hasta él. Hombre de carácter afable, mirada atenta y voz firme como sus convicciones, el único descendiente directo vivo del Patriarca de la Federación y heredero genuino de su espíritu democrático, hizo un esclarecedor recorrido por la vida del caudillo que fue parte fundamental en la constitución definitiva del país. 

"Mi abuela materna era sobrina del brigadier general Estanislao López. Mis abuelos eran primos entre sí y ella era hija del hermano de Estanislao, Juan Pablo. Cuando murió el brigadier general mi abuela tenía apenas catorce años y conocía mucho acerca de la vida de mi bisabuelo. Era una mujer de gran memoria que murió a los 96 años. Yo la visitaba siempre porque vivía a una cuadra y media de su casa y me contaba mucho sobre la vida del brigadier". 

De blandengue a caudillo

Blandengue de Santa Fe en el inicio de su carrera militar, gobernador de la provincia hasta su muerte y caudillo federal eternizado en el bronce, Estanislao López es un mosaico de los más importantes en la construcción de la Nación. Nacido el 22 de noviembre de 1786, el hijo del capitán Juan Manuel Roldán y de María Antonia López estudió en la vieja escuela de los Padres Franciscanos hasta los quince años, cuando tomó la decisión de incorporarse al Cuerpo de Blandengues para entrar de lleno a la vida que más tarde lo convertiría en uno de los caudillos más grandes de América. 

"Según algunos historiadores, el uso del apellido materno por parte de Estanislao y de su hermano Juan Pablo quizá se deba al hecho de no encontrarse formalizado el matrimonio de sus padres al momento de sus nacimientos, ya que se casaron en el año 1817, en una ceremonia que tuvo poca trascendencia", explica López Pianello. 

Los 92 años del bisnieto parecen responder a la constante longeva de la familia: "Aquí tengo el árbol genealógico: el brigadier tuvo siete hijos con María del Pilar Rodríguez del Fresno, hija de uno de los primeros médicos del país. La mayor fue Mercedes y le siguieron María Inés del Carmen, Prudencio Estanislao, que murió antes de cumplir tres años, Margarita del Carmen, Fortunato Estanislao, Pedro Telmo y Martín María, que era mi abuelo", precisa. 

La versión humana del bronce

Autor de riquísima literatura paisajística criolla y artesano noble en la elaboración de monturas, bozales, maneas y cabezadas, además de diestro domador, Alberto López Pianello relató a este diario detalles de la vida de Estanislao López que ayudan a entender con mayor claridad la trama compleja y apasionante de la existencia del gran caudillo.

"Era una familia muy católica. Tanto es así que el mismo brigadier era Terciario de la Orden de los Franciscanos", explica. Y añade: "Doña Pepa, como le decían a mi bisabuela, contaba que al brigadier le gustaba la vida en familia, tenía afición por la guitarra y era muy ameno en las reuniones familiares. Claro, desde muy chico vivió en los cuarteles fortineros de Añapiré, un paraje cercano a Arroyo Aguiar que ya no existe. Recordemos que él abandonó la escuela antes de cumplir los quince años y enseguida se incorporó a la milicia". 

El Cuerpo de Blandengues, en el que se alistó Estanislao López, era una tropa militar que se había formado hacia 1729 en la ciudad de Santa Fe donde se origina el nombre que más tarde generalizaría en todo el territorio del Río de la Plata para denominar a este heroico cuerpo de caballería. 

Cuenta don Alberto que entre los Blandengues "empezó la carrera militar de mi bisabuelo. Y en 1812, cuando el general Manuel Belgrano pasa por Santa Fe reclutando tropas para la campaña del Paraguay, él pidió ser incorporado a su ejército. Como apenas era cadete, le dieron el grado de cabo y marchó con las tropas hasta caer prisionero en Paraguay. Así lo trasladaron a la goleta española Flora y lo llevaron a Montevideo, que estaba sitiada por los españoles. Al frente de las tropas que defendían el sitio estaba el general Rondeau. López escapa de noche, engrillado, se tira al agua y llega nadando hasta las tropas de Rondeau. Con ellas combate y vuelve a Santa Fe con el grado de aférez. Así se reincorpora al Cuerpo de Blandengues y lo ascienden al grado de capitán. Luego viene el levantamiento de Añapiré, que constituyó una gran confusión política, López toma el gobierno provincial y se constituye en gobernador de Santa Fe hasta el día de su muerte, el 15 de junio de 1838". 

De asados y libros

Don Alberto es bisnieto de un hombre ejemplar y un ejemplo de vida para su familia y su amigos. Escribió tres libros: Lomillo santafesino Brigadier LópezDel con cuero y otros asados y Sucedidos y mentiras criollas, que prologó el poeta sanjavierino Julio Migno. "Ahora -señala- estoy escribiendo El amansamiento racional del caballo y tengo interés en sacarlo pronto, Toda la vida me apasionó el caballo y eso hizo que, además de comentar lo que sé sobre ellos, mi afición se traduzca en las monturas y cabezadas que fabrico, ya que siempre fui afecto al trabajo con el cuero". 

López Pianello siente su cercanía con la historia y las costumbres criollas y ese aire se respira mientras cuenta sus proyectos: "Decidí hacer un libro que hable solamente de la montura para el caballo criollo y, buscando antecedentes, me encuentro con un artículo del doctor Romero Carranza en el que dice que se necesita una montura para el caballo criollo argentino porque no tiene una montura adecuada. Por eso, además del libro, ideé una montura que yo llamo racional y me puse a fabricarla con mis propias manos. En este libro hablo también de un bozal ideado por mí, al que llamo "dominador  Brigadier General López" y sirve para la doma sin castigo, que contribuiría también a una doma racional y para alejar un castigo innecesario que comúnmente se encuentra en las jineteadas". 

Con el decálogo del buen asador en la mano, explica los secretos de un buen asado, que es el tema de uno de sus libros: "Cumpliendo con esos preceptos no lo podrán tildar de cocinero-asador Y pídale el buen Dios que no falte nunca el asado en el rancho de un argentino". El refranero popular dice que "hijos de tigre nacen overos". Viéndolo a Alberto López Pianello se puede decir que la voz popular es sabia. El hombre que vive y sueña en la misma ciudad que guarda los restos de su bisabuelo, el Gran Brigadier, es un claro ejemplo de argentinidad y esperanza. Creció con el siglo y se apresta a despedirlo con un nuevo libro.



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DE OPINIÓN GAUCHA

CUANDO LOS GRANDES HABLAN, LOS CHICOS APRENDEMOS

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Por Nobel Clemar Passaglia

Más de una vez dije aquí y donde cuadrara, que el folklore argentino estaba siendo invadido por músicas de otros "alláses" y monedas malamente ganadas, conveniencias discográficas y acomodos políticos de muchos "acáses". Y me han dado por el lomo para que tenga y guarde cada vez que le apunté la flecha a esa cosa indigna de las más puras tradiciones nacionales que sigue llamándose "Festival Nacional de Folklore de Cosquín", pero que en los últimos años no ha sido sino un lamentable circo en el que presentan a los payasos como leones y a los verdaderos leones, como esta catedral del canto paisano que es Don Víctor Velázquez, ni los dejan asomar el hocico a la pista.

Y digo cosa indigna, porque además de bastardear el escenario mayor de nuestro folklore, olvida deliberadamente a los grandes que hicieron grande a Cosquín y a los que no sólo se les debe el reconocimiento y el respeto merecidos por lo mucho que le han dado al folklore, sino por su edad, que no es otra cosa que un riquísimo acopio de sabiduría y el reservorio y reaseguro de una gran parte de nuestra esencia cultural.

Por suerte para mis pensares y sentires, como supo decir otro gigante de nuestra música nacional, Atahualpa Yupanqui, aquí está Víctor diciendo con palabra certera y llana lo mismo que a mí me ha granjeado más de un flor de fustazo por las ideas cada vez que dije lo que ahora estoy diciendo. Y que seguramente me hará ligar unos cuantos más en tanto tenga vida.

Escuchémoslo. Y aprendamos...




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DE CUANDO EL PERIODISMO ERA VERDADERO PERIODISMO


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Elio Passaglia, periodista "de los de antes", con todo lo que ello implica, viendo lo que hay hoy sobre el mostrador. Co-fundador y Director Periodístico de Meridiano 61, el primer periódico editado en su ciudad natal, Villa Gobernador Gálvez (SF). Fue el primer periodista que dio esa ciudad y el primero en realizar allí la primera transmisión radial desde exteriores de una emisora de Amplitud Modulada (LT3 Radio Cerealista de Rosario), donde integró como periodista de turf, especializado en Pedigree, el equipo de "Mesa Redonda del Deporte", uno de los programas deportivos de mayor audiencia de los años '60, conducido por el entonces director general de LT3, el prestigioso y recordado Antonio Noya. Como uno de los pioneros de la radiofonía cableada en Villa Gobernador Gálvez (antecesora de las FM), produjo y condujo los programas de mayor audiencia de la radiofonia local en su tiempo.

Siempre vuelve a mí su voz en el viento. Y de ella se nutrirá por siempre mi corazón, como lo hizo desde que me trajo al mundo. Ahora le canto, donde quiera que ande su alma buena...




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DE CHACOTA, PERO NO TANTO

"VOY DOS PESOS AL ALAZÁN DE PLUTARCO"

Por Nimás Nimenos

Hace apenas unos 25 siglos, Don Heráclito, un filósofo muy mentado en las carreras cuadreras de la antigua Grecia, dijo, sin que se le moviera una ceja, que ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces porque ni el hombre ni el río serán los mismos.

Un tiempito más tarde, en el mismo barrio del Oráculo de Delfos, le saltó un tal Plutarco a llevarle la contra, diciendo en un tweet que ese asunto no es tan así, porque el río se dispersa y se junta de nuevo, se acerca y retrocede; cosa en la que estoy muy de acuerdo con el Plutarco (y que me disculpe don este hombre, pero jamás le pondría semejante nombrecito a un hijo mío, pobre angelito de Dios) porque aunque el Heráclito tenía razón en cuanto a que el hombre que cruza por segunda vez el mismo río ya no es el mismo hombre, el Plutarco, a mi juicio (y no oral, como le está por caer a un reciente ex vicepresidente domiciliado en un médano marplatense), le acierta mejor la flecha a esta cuestión tan peliaguda.

Poniéndonos a filosofar gratarola acerca de este asunto de si el río cambia o no cambia y sin achicarnos ni un milímetro frente al Heráclito o cualquier otro griego del oficio de filosofar, cosa que puede hacer cualquier chichipío, como podrán apreciar, hay que ver cómo cambian de lo lindo algunas gentes, según las conveniencias, los nuevos gustos, la plata que les venga, la fama que los engorde o las suertes que les caigan en contra (que es cuando más muestran lo que tiene el nombre del lado contrario de la taba); y cómo, al revés de éstas, muchas personas se mantienen siempre igual, parejitas en su buen modo de ser, de andar por la vida, de dar su corazón a quienes los aman, de honrar la amistad, de respetar a todos, sus ideas, sus creencias, sus gustos; sin que las hagan cambiar los cascotazos que liguen o los éxitos que alcancen, por grandes que sean. (A algunos los cambia la política y la guita que le afanan al pueblo, pero eso da para otro "editorial" como éste; pero de unas tres mil páginas)

Y va que en ese vueltear de conveniencias para los ríos cambiantes que le dieron letra al Heráclito para mandarse ese filosófico discurso en la puerta de la verdulería que había puesto a medias con un amigo filósofo que habían echado de Carta Abierta Griega, no faltan los que te hacen saber --por ahí con palabrerío muy estudiado para que no se les note la hipocresía, por ahí con gestos señaladores porque no les da el cuero de la palabra-- que ya no son tu Margarita, que ahora les llaman Margot. Y a otra cosa, mariposa: ahora tengo chiche nuevo y no te lo presto. Si querés, comprate.

Y por más que se me retobe el Heráclito, que habrá sido muy filósofo y muy griego, pero al fin de cuentas un mortal más, con sus aciertos y sus yerros, hay hombres que nunca cambian sus buenas aguas en el pensar y el obrar; por mucho que tengan que pechar piedrales bravos, caer en saltos abismales o discurrir felices, plácidamente, por los llanos del buen pasar que dan esas tres cosas que todo el mundo pide como deseo cuando sopla las velitas del cumpleaños.

Quizá el heleno, para no hacerla muy lunga porque se le hacía la hora de las cuadreras y le había dado una fija su amigo Quinto Sosio Seneción (de éste tampoco le pondría el nombre a un hijo mío ni borracho), no quiso referirse a los ríos que, muy a pesar de lo dicho con indiscutible autoridad filosófica, nunca cambian: los ríos de la bondad profunda, de la gratitud permanente, del amor genuino, de la hermandad acorazonada, de la amistad inquebrantable...

Quizá, en el apuro de cerrar la verdulería sin dejarse algún cajón en la vereda, se olvidó de decir que nunca cambian los ríos del respeto a ultranza por el que piensa diferente, los ríos del estar siempre atentos y dispuestos a socorrer al familiar o al amigo que las está pasando amargas, sufriendo en silencio algún dolor del cuerpo o del alma sin decir esta boca es mía o hacer un mínimo gesto que lo delate para no angustiar a los que ama, preocupar a los amigos... Esos ríos que son, de hecho, lo mejor de la condición humana.

Tal vez, y esto corre por mi cuenta, Heráclito no quiso hablar de esos ríos que nunca cambian, de puro vagoneta que era, nomás. Porque vagos hay en todas las profesiones. No hay que ser filósofo para saber eso. Y menos griego. Pero no nos vayamos por las ramas; como dijo el que estaba podando un árbol y serruchó justo en la que estaba sentado.

En los tiempos que corren, lejos de aquella antigua Grecia en la que los filósofos tuiteaban en piedra, lo que debe haber sido una verdadera pesadilla para los pulgares, esos ríos de lo mejor del hombre se topan con los cada vez más numerosos ríos cambiantes de fulanos y fulanas muy dados por estas horas a las redes sociales, los whatsapp y toda la parafernalia cibernética, pero cada vez menos humanos.

Fulanos y fulanas que no sólo no son nunca el mismo río, sino que además de cambiar a cada rato las aguas de sus principios, sus convicciones, sus amores, sus amistades, sus lealtades, cambian también de curso según de dónde sople el viento y de qué lado caliente el sol. Y como si fueran pocas sus agachadas, hasta levantan diques de hipocresía para contener a sus congéneres no cambiantes; evitando mirarse en sus espejos de agua sana; no sea cosa de que allí vean reflejadas sus propias indignidades.

Para mí que el Heráclito, pegando una ojeada a esas oscuridades del espíritu del hombre, borró a propósito una parte del discurso que dio en la verdulería para no dejar aun más mal parada la reputación de la hidrografía humana, si se me permite el invento conceptual y para no ser menos que el Heráclito, ¡qué miércoles!

En fin, como el asunto no es nada fácil de arrear y menos para alguien como el que suscribe, que es más vecino de la ignorancia que de los filósofos de la antigua Grecia, lo dejo acá nomás, antes de que me cobren el impuesto por escribir al vicio.

Hasta el próximo dique. (Si es que gana el alazán de don Plutarco y tengo para pagar la Banda Ancha)

CUENTOS DE POCO FIAR
Por Don Bolacero

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